Como en un desierto invernal
muy rápidamente,
lunas jóvenes
que recogen los últimos colores
de otoño,
ocultan desde su cercanía
la muerte de un viejo árbol.
Es entonces cuando nace encendido,
aquel infinito
que,
acariciado por el azul del recuerdo,
enmudece después de olvidar
lo que ya derraman unos ojos
tranquilos
que saben de dudas y de recuerdos.
Lejos de ti, como una luz sagrada,
una sonrisa trémula
va acariciando
el encuentro
en un rincón casi cerrado
en el espacio reducido
y encontrar en la realidad del momento
capacidad de no ser extraña huella
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